
Señoras y señores, sean bienvenidos. Mesdames et messieurs, presten atención. Ladies and gentlemen, abandonen durante este sábado 16 de mayo todas sus obligaciones cotidianas. Gentes de cualquier lugar, acudan desde los cuatro puntos cardinales de Alcorcón y tomen asiento bajo la gran carpa del día. La función está a punto de empezar y contamos además con artistas de alto caché. Este es el circo municipal interminable de incontables políticos al uso.
Desde luego, que somos un país de pandereta, nadie lo duda.
Si cabían dudas sobre la exquisita desfachatez de nuestros pandereteros municipales, de nuevo el ejército de nuestro politizado Ayuntamiento, ha puesto a su ejército en marcha y demostró el pasado sábado una exhibición manifiestamente lúdica y liberadora de los mejores y más gloriosos instintos partidistas mediante la utilización de su producto más rentable: la manipulación aborregada del pueblo al coste que sea.
Este es el circo señores de la democracia que muestran nuestros políticos a los que más priva contentar al pueblo con costosísimos actos electoralistas que mirar por su mejoramiento social, educacional, y democrático de verdad.
Con el anuncio a bombo y platillo de tal evento, nuestros gobernantes locales (afortunadamente no todos) se visten para la ocasión de folcloristas de farolillo y terremotos con intenciones más de showman que de ediles.
Lo positivo al menos, después de esta clamorosa fiesta, es la gratitud y satisfacción de más de mil beneficiarios que ya pueden disfrutar de una vivienda, aunque sus hipotecas sean harina de otro costal.
Desde luego, que somos un país de pandereta, nadie lo duda.
Si cabían dudas sobre la exquisita desfachatez de nuestros pandereteros municipales, de nuevo el ejército de nuestro politizado Ayuntamiento, ha puesto a su ejército en marcha y demostró el pasado sábado una exhibición manifiestamente lúdica y liberadora de los mejores y más gloriosos instintos partidistas mediante la utilización de su producto más rentable: la manipulación aborregada del pueblo al coste que sea.
Este es el circo señores de la democracia que muestran nuestros políticos a los que más priva contentar al pueblo con costosísimos actos electoralistas que mirar por su mejoramiento social, educacional, y democrático de verdad.
Con el anuncio a bombo y platillo de tal evento, nuestros gobernantes locales (afortunadamente no todos) se visten para la ocasión de folcloristas de farolillo y terremotos con intenciones más de showman que de ediles.
Lo positivo al menos, después de esta clamorosa fiesta, es la gratitud y satisfacción de más de mil beneficiarios que ya pueden disfrutar de una vivienda, aunque sus hipotecas sean harina de otro costal.