Por recuperar la libertad de espíritu y retornar al debate de ideas
El debate democrático se ve así reducido a la nada: ya no se discute, se denuncia; no se argumenta, se acusa; no se demuestra, se impone. Todo pensamiento, toda obra sospechosa de "desviación" o de "deriva" es acusada de simpatía consciente o inconsciente hacia unas ideas presentadas como repelentes. Incapaces de desarrollar un pensamiento propio o de refutar el de los otros, los censores se aplican ahora también a los juicios de intenciones. Este empobrecimiento sin precedentes del espíritu crítico se ve aún más agravado en nuestra España por el tan nombrado ombliguismo hispánico.
Todo esto conduce a olvidar las reglas normales del debate. Se olvida que la libertad de opinión, cuya desaparición se acepta hoy con indiferencia, no admite, por principio, excepción alguna. Por miedo a la decisión y por desprecio a las aspiraciones del pueblo, hoy se prefiere cultivar la ignorancia de masas.
Para acabar con esta manta de plomo, es necesario hoy un retorno al pensamiento crítico. Contra toda censura, contra el pensamiento-clínex y contra la futilidad de las modas, es tan necesario y fundamental hoy más que nunca la necesidad de un auténtico trabajo del pensamiento. Debemos militar por un retorno al debate de ideas, al margen de las viejas divisiones que obstaculizan las posiciones transversales y las nuevas síntesis.
Voz de alarma desde este humilde bloguero por Europa y hacia Europa: por un llamamiento al frente común de los espíritus libres frente a los dogmatismos inquisitorios y superados para este nuevo siglo de las izquierdas o las derechas tradicionales.
A nivel local urge una regeneración de mentalidades caciquiles que impiden la saludable ventilación democrática. Hoy, como bien dice, se reduce lo político a una asquerosa gestión donde priva el crecer y crecer al precio ecológico o econónico que sea.
ResponderEliminarEl ciudadano debe retornar al pensamiento crítico y mojarse en este barrizal donde familias políticas en los partidos se reparten los cargos por sus suculentos dividendos; y poner en vergüenza desde los alcaldes, concejales, directores o empleados puestos a dedo que afean con su actitud el verdadero sentido de la democracia PARTICIPATIVA, y hace odiar la política por su corrupción.
Bien dice que por desprecio a las aspiraciones del pueblo, hoy se prefiere cultivar la ignorancia de masas. En esto consiste el trabajo de estos miserables que dicen llamarse demócratas.
Para el comentario anónimo:
ResponderEliminarChapeau.