lunes, 3 de diciembre de 2012

Este Alcalde no nos representa

En el viejo Derecho Constitucional y Administrativo, los comportamientos de los gobernantes  ajenos a la Ley y al Derecho eran tildados de despóticos, a la vista de la imposibilidad ordinaria de controlar o imponer límites a los caprichos y dislates de determinados soberanos.
Varios siglos después, los alcorconeros  no dejamos de sufrir, mes  sí, mes también, la deriva despótica de nuestro alcalde, en esta ocasión con relación al acto institucional de celebración del día de  la Constitución española, camuflado en un acto de homenaje a la bandera.

En el diccionario de la Real Academia la primera acepción del término «déspota» se ajusta a la perfección al comportamiento del alcalde en relación con este asunto: «soberano que gobierna sin sujeción a ley alguna», o mejor dicho: con su propio sentido de la ley. Tal acepción, que algunos ingenuos considerábamos desterrada del predio municipal, ha vuelto a renacer en Alcorcón de la mano del foráneo David Pérez. El único desajuste en este concepto reside en el término «soberano», dado que nuestro alcalde, como todo el mundo conoce, gobierna  al frente de una mayoría absoluta y como tal caprichosa y autoritaria.

Ayer, día 3 de diciembre, una vez más el gobierno de Pérez dio muestras de su manera de entender la gestión de los asuntos municipales. En un acto de improvisación precipitada y cuasi clandestina más,  actuando mediante hechos consumados, se ha celebrado el acto que debiera ser de homenaje a la Constitución por todos los vecinos de Alcorcón, sin un bando previo, y en casi absoluto desconocimiento de la población. Tampoco se ha gestado ningún tipo de proceso de participación ciudadana en este contexto, en contra de lo que el propio alcalde suele pretender asumir como seña de identidad de su gobierno. Nada de ello, sólo su tremendo deseo de protagonismo, de reclamar la atención de autoridades, flashes de fotos y noticieros de primera plana.

Con esta actuación, nuestro alcalde David Pérez,  pretende  imponer su criterio habitual de inquisidor municipal, y a toda costa eliminar cualquier discrepancia que exista en relación con sus fijaciones de proyección política. Porque más allá del debate sobre la idoneidad o no de este tipo de celebraciones –que sí lo son-  existen aspectos de forma y de respeto a los procesos que el alcalde de Alcorcón debería cuidar.

Nuestro alcalde sr. Pérez, una vez más, actúa como si fuera el dueño único de un cortijo; actúa con prepotencia, actúa de manera oscura y poco transparente. Su práctica es justo lo contrario a lo que predica. Es seguro que el Alcalde no obraría de esta manera sino abusara de su mayoría absoluta como un bien de su propiedad. Poco parecen importarle las consecuencias de su despotismo y de su falta de rigor, especialmente cuando tales actuaciones las asume la propia ciudad de Alcorcón y cada uno de sus ciudadanos con humilde resignación.

Tal es hoy el reto de este alcalde que nos ha tocado en suerte electoral soportar; con su dudoso talante democrático con certificado de democracia despótica.

 La celebración del día de la Constitución, enmascarado con el homenaje a la bandera, y en día que no le corresponde,  es simplemente una piedra más en su camino de gloria hacia el infinito político y más allá.